domingo, 15 de noviembre de 2009

¿Sociología para qué?... Recargado


La caída del muro de Berlín provocó dentro del mundo de la sociología y más concretamente dentro de la ESCP una intelectualización sin norte político; en el caso de los profes politizados un arrinconamiento en las teorías de la cultura, para no ser masacrados por el karateca gringo y sus secuaces de la flacso que proclamaban felizmente “el fin de la historia” y un desprecio por el marxismo en tanto lectura dinosaúrica. Por su parte algunos latinoamericanos proponían furiosamente leer el “manual del perfecto idiota latinoamericano” ventrilocuado febrilmente por los velascos, nietos & cia.

Esta miopía sociológica no es gratuita. La pérdida de enfoque respecto a la organización popular y los movimientos sociales, por parte de la universidad en general y de la ESCP en particular, se viene dando desde ya un par de decenios atrás. Con la desarticulación de las luchas campesinas, cuya algidez y agudización fue mermada por una astuta reforma agraria, sumada a la vertiginosa transformación productiva hacia un modelo de industrialización patrocinada por el boom petrolero, se termina quebrando la base social para cualquier posible conformación de un movimiento.

Cuando la confrontación social cambia de escenario del campo a la ciudad, aparece un robustecido movimiento urbano encabezado por los trabajadores organizados, que encuentra su mayor punto de convocatoria en las grandes movilizaciones y huelgas generales de inicios de los 80’. Sin embargo, con la autopista abierta para el neoliberalismo con la caída del socialismo soviético, el ajuste en el código laboral bajo el discurso de modernización del Estado, no se hizo esperar, y el movimiento obrero golpeado sistemáticamente, por fuera y por dentro, fue debilitándose hasta llegar a la situación actual de casi ausencia. En todo caso, en los dos momentos, tanto en las luchas campesinas como en las urbanas la universidad tuvo una participación orgánica muy importante, y dentro de esa vinculación orgánica, los estudiantes eran la estructura neurálgica. Hoy con una base social desarticulada por las transformaciones internas sufridas con la arremetida neoliberal, los intelectuales han perdido toda perspectiva de organicidad, perfilando una revolución de escritorio.

I. Los 90…

Se generó una excesiva preocupación por tener un trabajo, sin interés por establecer lógicas mínimas de militancia, aunque se institucionalizó la práctica del cafetín y el debate en los corredores: esto derivó en la militancia activa en las cantinas y parques de la central.

Un traslado de los sociólogos hacia la especialización proyectológica, a la par de la apertura del mercado oenegético, y de ahí un giro conceptual hacia las lecturas de la diferencia y de la inclusión culturalista, que desde los 80 entra a tratar de despolitizar las líneas duras de los partidos políticos y de los sindicatos. En otras palabras, la posibilidad del cambio revolucionario se volvió una caricatura mal hecha. Se genera un ethos de cotidianidad atomizada, no sólo se posmoderniza la vida debido a la caída del muro, sino que se sinonimiza “libertad” con libertad del consumo.

Nos quedamos sin pan ni pedazo, sin guerrilla y sin Estado por tanto operaba el pleno desempleo. Ligado paralela y simultáneamente a una macdonalización de las costumbres, una precariedad en las relaciones sociales, vinculadas al embate aparentemente reforzante de los cambios tecnológicos (internet, celular, 2000) y un retroceso en los valores, un robustecimiento de la moral ante la ausencia de una educación pública laica fuerte, la monogamia obligatoria, lo androcéntrico caballérico, se instauró el winnerismo (time is Money) como sentido único.

Es precisamente esta década la que marcará la pauta para que se posicione el “estigma del Estado”: la ineficacia y el enquistamiento burocrático que no respondía al vertiginoso desarrollo económico. La privatización de la sociedad que deviene en un desinterés y deslegitimación de lo público se instaura como sentido común. Y la apertura para el flujo incesante de capitales se convertía en una necesidad apremiante, y la forma en la que se consolidó fue la ONG.

II. Mientras tanto…

Casi siempre a espaldas de los sociólogos (intelectuales) se fueron politizando, los indígenas, pero no sin los fondos provenientes de la cooperación internacional. La etnia repolitizó la identidad y le dotó de contenidos de clase, pero no en tanto explotados sino en tanto excluidos (aunque eso parecía implícito) lo que a la larga terminó corporativizándolos.

Desde los sociólogos, apenas intentos tímidos por parte del estudiantado de retomar algo del debate político, mientras en todo el continente se movían las frutas desde abajo, (EZLN, MAS, MST, VIA Campesina) y los sociólogos intentábamos que nos tomen en cuenta, y solo éramos el acompañante mishu logísitico, subidos a un tren en el que fuimos invitados de segunda por nuestro propio despiste.

Para todo esto, cabe acotar que hasta el dos mil prácticamente ningún aspirante a sociólogo trabajaba en la carrera antes de egresar. Situación que hoy ha cambiado, porque desde el segundo semestre ya se está vinculado/a a actividades laborales que tienen que ver con la sociología, claro está, actividades relacionadas con la tecno-sociología.

III. Los 2000…

Los cambios parecían venirse de manera positiva, “ya no se venía una tenaz” si no chéveres amaneceres cafetacubescos; el cambio operado por los MS en todo el continente prometía albas wipalescas, pero nada. No hay que negar que el camino de la diferencia abrió amplios espectros laborales para nosotros.

El neoliberalismo no pudo más y se vino abajo, todo el discurso de la flexibilización laboral y la tercerización no soportaron y tuvimos feriados, corralitos, cacerolazos. Los TLC (por lo menos en Ecuador) no fraguaron. Y este país no se neoliberalizó por completo gracias a los indios y a buena parte de los atrasapueblos sindicalizados, justo a esos que la revolución ciudadana denomina “cuatro pelafustanes mediocres”.

Parecía que se creaban las condiciones de un cambio paradigmático más incluyente, para un “nunca más sin nosotros”. Al mismo tiempo y en el salón de la justicia, los indios se fueron corporativizando y metiendo discursivamente en el estado-centrismo criollo y perdieron de vista su “mandar-obedeciendo”. Pero para el mundo mestizo intelectualoide los indios no podían autogobernarse, necesitaban que venga un capataz mishu que dé pensando. Botamos al siete armonías y lo reemplazamos por Lucio.

El Estado y las oeneges fueron creciendo y los sociólogos fuimos fagocitados felizmente por ellos, ya había laburo en la carrera antes de egresar. Vientos de repolitización parecían soplar, pero el capataz los traicionó y se inventó un censo donde solo eran el 8%, por lo tanto ellos no lo pusieron en el poder. La suerte estaba echada y los “mishus-progre-seseribo-pobrediablo-aguijón-maestríadetresmesesenespaña-sangabriel-lasalle-clasemedia-católica-flacso-andina” se habían puesto las pilas a punta de forosocialmundial/llucsykaymanta y cuanta organización tecnócrata globalizada hubiera, dijeron hay que reinventar el Estado, pero no a la vieja usanza si no de una manera oenegética dindi. Había que desmovilizar a la beligerancia y había que generar gobiernos “buena onda” en todo el continente, nos llenamos de bachelets, lulas, kischner por un lado y por otro de chávezevoscorreasortegas, estados grandes pero no pipones, sino musculosos, tonificados y layt, la juventud se instaló en el Estado. Pero no pensando lo público desde el barrio, desde el bus atestado, desde la falta de agua potable, sino desde la lectura asistencialista “que les hace falta, pensemos, pensemos” el sentido de la Revolución Ciudadana, urbana, clase media, inodora transformó el suma kawsay en iglesias primitivas y rituales pachamama que habitan en Tumbaco, donde actualmente se piensa el Estado.

La pregunta es ¿Cuál es la diferencia en el fondo? Si Mahuad (yuppie) pertenece a la lógica “quien se robó mi queso” y la lógica SEMPLADES obedece al mix sabina-saramago-faiclub-chicharra (bohemiam&bourguesian), enfatizando que los unos trabajaban como locos y se nutren de new age y los otros, recuperan la boheme aunque trabajando igual que los anteriores. Ante eso aventuramos una respuesta: los segundos, por lo menos vieron las desigualdades sociales en national geographic y los primeros ni eso.

IV. Oeneges: talleritis, consultivitis

El Estado plenamente indiferenciado con las lógicas de las oeneges, ya no sólo en el discurso sino también en la forma: “flor de loto”; se ha convertido en un espacio más de talleritis aguditis, corriendo de una provincia a otra donde se hacen dinámicas para no aburrir: “haber compas hagamos una lluvia de ideas”, la informalidad y la buena onda priman.

La felicidad, la sonrisa obligatoria de todas las fotos, la inmortalidad absurda de todos los talleres, todos debemos triunfar porque estamos obligados a salir adelante: “chocolate caliente para el alma” vuelto ley, todos podemos.

La idea es que “todos estamos incluidos” desde la mera ficción de la participación. Hay que justificar recursos, hay que canalizar voluntades, debemos creer que todxs estamos construyendo “la Patria”. El simulacro de la coparticipación colectiva-chévere-incluyente, comprensiva, es la regla a seguir, todxs somos parte de la aldea global donde a tod@s se nos toma en cuenta… Menchira: La cancha ya estaba trazada y el resultado ya se sabía.

V. Como “debemos de ser” para estar incluidos

Para surfear la nueva ola de la tecno-burocracia, uno de los parámetros de selección termina siendo la edad, puesto que ser joven/buena onda, implica ser eficiente, proactivo, con capacidad de renovación, fácil de movilizar y obligatoriamente críticos; cumpliendo con los requerimientos indispensables para la optimización de las actividades en el Estado.

Los sociólogos jóvenes que históricamente estábamos excluidos de los espacios de decisión, seguimos aut, aunque aparentemente nos convertimos en actores importantes en el sector público. Como funcionarios técnicos, en muchos casos seguimos siendo parte de la logística, sin incidir políticamente en la toma de decisiones, cosa que tampoco nos interesa, bajo la idea de que política y técnica no se mezclan. Tomando la herencia de la cultura neoliberal, en relación a que la política se ve reducida a cálculos económicos, y a soluciones técnicas para los problemas.

Terminamos siendo la fuerza de trabajo más fácil de moldear a las condiciones de sobrexplotación, y aunque en la práctica no somos más del 5%, nos volvimos el modelo hegemónico de la burocracia eficiente. Esta versatilidad se debe a que en la mayoría de los casos, no tenemos responsabilidades de manutención a terceros, el salario ya no es concebido como el medio para la sobrevivencia, sino que se convierte en el capital simbólico a conseguir para ser reconocidamente winners.

Por eso es que el trabajo dejó de ser ajeno y de estorbar, para pasar a ser una militancia; al contrario del 95% de burócratas que aun están en la lógica de antes, que desde las 4:30 miran cada segundo el reloj para salir corriendo…. Mientras que ahora, las horas pasan y no nos desesperan, purque el trabajo se lleva fácil en una mochila, y hasta nos agrada, sin importar la hora, ni el día de la semana, ni la actividad. En fin, decir: “estoy a full trabajando ”, es cool.

VI. ¿…Y los sociólogos?

Pues sencillo, nos volvimos TODOS clase media educada de corazón, así en los ingresos no lo fuéramos, perdimos la posibilidad de mirar desde afuera, nos trepamos al carrusel de la felicidad del pleno empleo, nos bajamos en el tobogán del haycamelloparatod@s, nos igualamos a los de más arribita para no parecer loosers y choleamos nuestros pasados. No logramos mirar en perspectiva, no pudimos reconocer las falencias de nuestros barrios y supusimos que por ser sociólogos todos vivíamos imaginariamente en la floresta. El cinismo sabinista se instaló como norte de la izquierda feliz y creímos que lo nuestro duraría mucho más que “dos cubos de hielo en un güisqui onderocs”.

Somos parte de ese nuevo tecno-burócrata proactivo y eficaz, que aparece oficialmente hace tres años, respondiendo aparentemente a la potenciación del sector público con incentivos a la eficiencia, valorando así el espíritu de entrega y compromiso. Esta dinámica ha convertido a los espacios de administración pública en reproductores de las lógicas y políticas de la empresa privada: “donde todos hacemos la Patria”.

En esta dinámica se hace evidente que el neoliberalismo -a pesar de no haberse concretado con su proyecto privatizador- en la cultura política y la cotidianidad de lo laboral está vigente, y podríamos decir que en el Gobierno de la Revolución Ciudadana está más al día con el individualismo pop-estar de lo que creemos.

A fin de cuentas este neodesarrollismo no está presente solamente en el Estado ni en las ong´s, sino también en los institutos de investigación supuestamente comprometidos con las “poblaciones en riesgo”, auspiciados simbólicamente por las universidades de postgrado, y financiados por la cooperación internacional; mintiéndonos que estamos afuera y en contra, cuando en realidad estamos adentro y a favor, pero juego de palabras por medio no estamos ni adentro, ni afuera, ni en nada, somos meros mishus que administramos la plata de otros; tomándonos los güiscachos, aunque sean mac gregor , pero güiscachos al fin.

Hemos terminado engullendo y reproduciendo el conocimiento y la tecnología que viene empaquetada y con manual de instrucciones, por eso quizá “no agarramos ni una” de lo que pasa en nuestro entorno. Perdimos la posibilidad de pensar desde afuera y orgánicamente. A la final se trata de tener nuestras casas “incluyentemente: escuchando al otro”, con los problemas estructurales de fondo sin resolver, porque la “Patria ya es de todos”.

VII. La lógica oenegera de las escuelas….

Cualquiera pensaría que esta es una cosa que aparece ahora, con el apogeo de la Revolución Ciudadana y la reconstitución del Estado, pero el detalle es que esta lógica viene desde las propias oeneges que se han instalado en éste y en la misma sociedad. La escuela de sociología sería un ejemplo de esto. El ambiente “fresco”, la aparente “horizontalidad” de las relaciones entre los profes y los alumnos, el hecho de que no se tome lista, el tuteo, las bebetizas en las cantinas como nuevas aulas de aprendizaje. Es verdad que para todos nosotros, esa era una de las mayores reivindicaciones de estudiar sociología, pero nunca cachamos que esto se quedó en la forma, en el intento cotidiano de la ruptura, pero no pasó de ser lo cool, terminando en el pacto de agache por supuestamente estar en contra del orden; no tocó las relaciones de poder reales, se quedó en el puro estail.

Con todo esto vino una tendencia hacia la tecnificación de la sociología, una colección de títulos, vivencias, viajes; en fin hay que acumular la mayor cantidad de información en el menor tiempo posible, haciendo efectiva la lógica de la meritocracia. Lo forma cool del sociólogo se convirtió en lógica hegemónica y por eso estudiar sociología hoy resulta ser un “buen negocio”.

En los 80, estudiar sociología era una ética de vida, porque lo más probable es que no se encontraría trabajo, fue vista como una posibilidad de afianzar la vinculación y el compromiso con las organizaciones sociales, sin que esto signifique que “todo pasado fue mejor”; pero por lo menos el compromiso se trasladó a los barrios, trabajadores, indios, etc.; todavía se estaba fuera.
A pesar de esto, aún existe gente que no se tragó el cuento de la posmodernidad, que no termina de creérsela, que aún plantea la posibilidad de mirar más allá de las formas, de los discursos de la horizontalidad y sobre todo que se escapó a eso de ser clase media-buena onda.

VIII. Desde donde hablamos.

Para que no se crea que hablamos desde el mero resentimiento diremos que el texto está abordado desde seis categorías fuertes:

1.- La primera es un tanto larga pero no es mas que una y se hace desde la lectura que desarrolla Barthes acerca del habla mítica. Este afirma que para el lenguaje convertirse en mito necesita de ciertas condiciones particulares y que todo puede servir de soporte para el habla mítica, en este caso venimos hablando de cómo las escuelas de Sociología devinieron en mitologías. Damos algunos puntos para ejemplificar:

a) Para eso se necesita una cadena del lenguaje existente previamente: Sociología-pensamiento-criticidad, otra infaltable es: horizontalidad-informalidad-buena onda. La cual a su vez tuvo-tiene un proceso de ida-vuelta-ida entre las aulas-oeneges-Estado-aulas, cuyo resultante es una forma alejada, empobrecida y vaciada de su sentido inicial.

b) El mito no oculta nada, no desaparece, disfraza empobreciendo el concepto de lo crítico y deformándolo hasta cambiarle de contenido. Entonces el deber-ser crítico habría presentado la forma que a su vez distancia el sentido haciendo de esta una palabra robada y devuelta pero no en su lugar. El mito trabaja con imágenes pobres, incompletas que develan lo arbitrario de su significación actual.

c) Para Barthes las clases dominantes transforman la historia en naturaleza, eliminando lo real y despolitizando el habla; pues el mito no niega las cosas, su función más bien es hablar de ellas, purificándolas, aboliendo la complejidad, las contradicciones y refuncionalizándolas a su favor.

d) El mitólogo en este sentido es quien se aísla de la colectividad, la representa a partir de la interpretación que hace de la misma, pero en una construcción del lenguaje que lo aleja más.

e) Para Barthes, la búsqueda debe estar encaminada a lograr una reconciliación entre la realidad y los seres humanos, del habla, de la poesía, de la política.

2.- Por otra parte se retoma la interpretación que se hace de Gramsci en lo que se refiere a la hegemonía: ésta, sobre todo, para existir tiene que hacerlo desde el consenso de las mayorías. En este sentido “lo crítico” se habría incorporado a la visión hegemónica de la construcción del poder en el sentido del style, es decir, nos habríamos vuelto críticos por obligación, pero esta criticidad sería un mero performance en el que se habría perdido el sentido transgresor de la palabra, estaría fagocitada por el habla mítica y la criticidad vuelta mero signo.

3.- Hagas lo que hagas tienes que creértela, porque TÚ eres la empresa, TÚ eres el estado y además debes estar feliz. Bourdieu no se equivocaba en su texto sobre la distinción al intentar retratar a la nueva burguesía, esa mixtura felicidad-progreso alcanzó hasta a los sociólogos, DEBES SER CRÍTICO y proactivo.

4.-
Desde la construcción de ciertas historias locales que luego se asumieron como universales. Wallerstein cuando se refiere al sistema-mundo moderno nos explica como a partir de ciertos particulares se van erigiendo, validando y deseando algo que parte desde una localidad (en este caso Quito) y se convierte en nacional.

5.- Silvia Rivera Cusicanqui en su texto: “sendas y senderos en la ciencia social andina”. habla de las diferencias en el ejercicio de las ciencias sociales entre Perú y Bolivia, ella afirma que la academia peruana no pudo ver llegar a Sendero Luminoso en los 80 porque su academia se encontraba muy elitizada y eso les impedía observar lo que ocurría en el pueblo, en cambio la academia boliviana -afirma- se construyó desde una mayor interpenetración entre academia y movimientos sociales. Pregunto: ¿Nosotros que estamos viendo?

6.- La lectura que hace Franz Fanon en los “Condenados de la Tierra” donde se refiere a la furia de los desheredados, reclama la posibilidad de pensar desde la furia, de escribir desde el resentimiento, este texto intenta pensar desde ahí.

IX. ¿… Y el Congreso?

El IX Congreso de Sociología y Ciencias Sociales se inscribe en un momento donde las conmociones político-sociales, en la sociedad ecuatoriana, en particular, y el mundo, en general, están en un punto muy álgido; en el plano nacional: el fenómeno Correa, el efímero restablecimiento del movimiento indígena, nueva Constitución y leyes en los diversos campos estratégicos del Estado, entre otros; en el plano internacional: la caída del presidente de Honduras, el supuesto cambio de cambio de rumbo, con el nuevo presidente en la casa blanca, el desenvolvimiento del llamado socialismo del siglo XXI, son algunos elementos que nos han dicho caracterizan este contexto.

Sin embargo, de todo lo que la coyuntura nos brinda, la sociología y los sociólogos no estamos mirando todo aquello que a nuestra vista ocurre, o más bien miramos lo que el poder nos permite. En otras palabras nos estamos mirando el pupo.

Si bien cuestionamos en el discurso la gestión de una persona que cumple dos años de-función, en la práctica hacemos lo mismo que con todo, nada, quedando así aislados y anulados políticamente, dando como resultado su validación; tenemos edificio nuevo, ¿Qué más queremos?, por lo menos hay como tomárselo en paz…

Todo esto lleva a que porjemplo: no se invite a los estudiantes, sino como meros “ayudantes de santa”, la temática no refleja la densidad y complejidad por la que está atravesando las ciencias sociales en este momento, un afiche siempre debe expresar un concepto en este caso el afiche lo hace, o sea refleja en lo que estamos… en nada.

Desde el pupo y el festejo la lógica del encuentro expresa el quiteñocentrismo elevado a categoría nacional. ¿Para qué queremos hacer un encuentro? ¿Para juntarnos los amiguis a conversar? Este es un ejemplo práctico de cómo se construyen los universales a partir de los particulares, como podemos llamarle a esto un Encuentro Nacional de Sociología cuando en realidad el 78% de los que participan como ponentes son quiteños o viven aquí, cómo pretendemos construir pensamiento “nacional” si tod@s somos de esta ciudad. Esto lastimosamente pasa con todo, más allá de las Naciones Unidas al norte y de la Patria al sur, existe el vacío “cero polito”, se acaba el país, absolutamente toda la lógica estatal, oenegética, farrera se concentra en esta zona de la ciudad y para cerrarnos más aún se podría afirmar que el barrio la Floresta “es el país”.

¿Para qué hacer un encuentro NACIONAL? sino como autoafirmación de lo hiper centralizados que estamos, si podíamos juntarnos en el aguijón o en algún plantón para decir con golpes de pecho que “se viene una tenaz” y que con este Correa neoliberal ya no se puede, pero seguimos trabajando en el Estado. Creemos que este encuentro es la afirmación tajante de que nos falta un Ubicatex forte urgente: ¿No será demasiado tarde?

Ya no más con la boina calada al estilo del che, ni poncho indígena como antibalas contra el sentido común hegemónico, o todo junto pero solo si me queda bien. Ahora se diría que la cosa es con su mochila jansport al hombro y su laptop como arma resuelve conflictos.

X. Para no quedar como los meros come mierdas… ahora sí las propuestas: par de patadas de angustia para no morir.

Que nos queda: Repensar la posibilidad de la organización. Quitándonos el lente de la nostalgia de los setenta y ochenta, camellando el ahora sin olvidar la historia. Pensando lo imposible y lo impensable, quitándole tiempo al tiempo. No dejándonos tragar por la lógica del placer. No creyéndonos el cuento que en el trabajo militamos. Construyendo un afuera y en contra; en fin, revalorizando la utopía.

Escrito colectivo presentando en el IX Congreso Nacional de Sociología en Quito, 29 de octubre del 2009.

jueves, 17 de septiembre de 2009

LOS NADIES

Eduardo Galeano

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.

Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:

Que no son, aunque sean.

Que no hablan idiomas, sino dialectos.

Que no profesan religiones, sino supersticiones.

Que no hacen arte, sino artesanía.

Que no practican cultura, sino folklore.

Que no son seres humanos, sino recursos humanos.

Que no tienen cara, sino brazos.

Que no tienen nombre, sino número.

Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.

Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

El libro de los abrazos

jueves, 20 de agosto de 2009

ESTRUCTURAS PATRIARCALES, MEDIOS Y SENTIDO COMÚN.


El jefe de clanes hace un llamado a cada clan para que demuestren su fortaleza como jefes de clan, ha hecho sonar el tambor y ningún líder de tribu puede mostrar debilidad ante él, ya que eso sería dar a entender que se está llevando mal a la manada, no se debe mostrar signos de impotencia alguno, ante otros jefes de clan (presidentes, generales, dueños de empresa, etc.) ante posibles aspirantes a jefes de clan (aspirantes a presidente, etc. etc.) y mucho menos ante el grueso de la población. El tambor ha sonado y dice no muestres debilidad por que el poder patriarcal está en riesgo…


Hay que partir de algo bien concreto, las estructuras legales han sido construidas por hombres (varones), para incluir por dentro a quienes consideran iguales, así como para contener y dejar por fuera al grueso de la población (mujeres, niños, ancianos, tullidos, opción sexual distinta, etc.), de ahí que los regímenes discursivos hayan metamorfoseado hasta dar una impresión inclusiva, igualitaria, liberal; no quiere decir que en sus núcleos no se mantengan intactos.


Tenemos que los regímenes legales, constitucionales se fundan en la palabra escrita, en el acta, el documento, la firma que da sentencia; no nos olvidemos que quienes mantuvieron el control de la palabra escrita en occidente durante más de diez siglos fue la iglesia y por tanto los hombres, que en el Ecuador hasta bien entrado el siglo XX eran los hombres quienes tenían el control de la grafía, que en el año 78 se otorgó el voto a los analfabetos (que en la práctica era el voto a los indígenas), que el acceso a la palabra pública era facultad del blanco.


Por tanto, el manejo de lo público en sus dos acepciones, como vida en la calle y como manejo de lo legal, ha sido históricamente construido desde, por y para los hombres, agravado en países con fuerte presencia indígena-negra que siempre fueron vistos como mancha borrosa, como lo excluible (indios vagos, negros perezosos) a sabiendas de que no podían eliminarlos físicamente pero sí discursivamente, menospreciarlos hasta dejarlos en siluetas difusas.


La palabra legislativa oficial se afianza en el control de sus periferias, de sus pobres; en el acceso controlado y a medias de la palabra escrita y de los números para que dejen de ser bestias de carga como lo habían sido hasta entonces y para que puedan entrar a trabajar en mejores condiciones. No es que las élites se vuelven más chéveres, sino que la mano de obra semigratuita que les da de comer debe adquirir otras habilidades para que sean más productivas; “la letra con sangre entra” se vuelve condición indispensable para que los más ricos lo sigan siendo.


Mas allá del régimen narrativo que se sigue fundando en el documento, la palabra escrita que sentencia y firma el futuro de sus integrantes; tenemos el régimen coloquial, las prácticas discursivas cotidianas que es donde se plasma el “como quien no dice nada” en el sentido común, anquilosado, petrificado en nociones aparentemente poco pensadas pero por eso mismo muy “naturalizadas”.


La democracia en este sentido sería una ficción que opera en tiempos de paz, cuando la hegemonía cumple su papel a rajatabla, es decir, validando los intereses de una minoría como que fueran los de una mayoría, la democracia vendría a ser “lo normal” de la exclusión. El patriarcado en tiempos de paz no se muestra, se invisibiliza para que las cosas caminen. En cambio asoma con toda su brutalidad en tiempos de crisis, (salen los ejércitos a las calles, la iglesia se pronuncia), se devela, deja ver aquello de lo que está hecha la democracia: de sangre, represión tapiñada de la inconformidad y de varones.


Medios y naturalización de la dominación.


Si antes la palabra escrita estaba en manos de la aristocracia y la iglesia, las imágenes hoy en día, se encuentran en manos de los grupos de poder económico (o sea de los mismos), por tanto, el acceso a lo mediático también se da en términos excluyentes puesto que se construye en torno a un deber ser ideal (blanco, católico, hetero) para no entrar en condición de crónica roja, sino en condiciones “estético-ideales”. Las propagandas por su parte apelan a ese deber ser de familia nuclear y en situaciones arquitectónicas específicas por así decirlo (cocina de tal forma, patio, jardín, carro, etc.) Para analizar esto, no está demás retomar las Mitologías de Barthes para entender como se recurre perennemente a un “como debe de ser” en la cual la mayoría de pobladores de este país no se encuentran en posibilidades de calzar sino de manera apretada, “entrecomillada”.


Los cruces de raza, clase y género están presentes de manera permanente a todo nivel, desde la presidencia de la república (infantilizando, choleando, homomenospreciando, desestimando la posibilidad de pensar con cabeza propia) y esto va por decirlo así descendiendo[1] progresiva y simultáneamente a otras instancias, (presidencias, alcaldías, colectivos, familia, pareja, psique) que con los elementos naturalizadores de la dominación (Bourdieu) se permean y petrifican de tal forma en el lenguaje, que valida a lo sabio patriarcal haciéndolo ver como el “así es, no podría ser de otra manera”.


En ese sentido vemos que los medios reproducen de manera permanente e incansable estas estructuras de rearraigo de la tradición (Thompson) y de las naturalizaciones imaginarias de la desigualdad social (Wortman). De ahí la necesidad de la paz, de la ficción democrática.


Marcadores que naturalizan:


Por su parte los medios y prácticamente todos los actores sociales operamos sobre marcadores que descalifican y califican permanentemente lo válido, esta es una constante social que se vive sobre la base de la estereotipación al infinito de lo que nos rodea, del no reconocimiento del otro como igual, sino de la desestimación perpetua y de la simplificación eterna de las diferencias.

A continuación escribo algunos ejemplos, sin llegar a agotarlos de cómo en la práctica mediática -o no-, se dan estas reducciones:


Cuando intentas menospreciar a alguien lo feminizas y al hacerlo lo desprecias, pero muchas veces lo adjetivas de maricón (con todos sus posibles significados), es decir, lo vuelves débil, inconstante, ambiguo, poco serio. Al transformarl@s en maricones de fondo se muestra un profundo desprecio por lo femenino, ya que lo vuelves sinónimo de algo o alguien inferior a quien no se le puede respetar como a un igual.


Así mismo los ancianos, que solo aparecen con su caminar lento en el día del padre/madre como estrategia de marketing o en asilos mostrándolos como seres en descomposición, abandonados como que la vejez chira fuera peor que la gripe AH1N1. ¿A alguien se le ocurrió llamar alguna vez a Joyce de Ginatta, León Febres Cordero o Sixto Durán Ballén, venerables ancianos? La ancianidad es un adjetivo que se incrusta en la definición de las personas en relación directa con la capacidad económica de las mismas.


Cuando se apela al discurso ciudadano, pongamos como ejemplo la educación pública, que desde fines de los años 60 ha sido una constante sin parar, el asedio en contra de la misma. ¿Qué tenemos entonces? Los medios por un lado, el gobierno por otro han sido persistentes en generar un sentido común antipúblico, tanto medios como gobierno tienen una misma orientación naturalizada de clase con intenciones distintas ¿No será que en el fondo hay un profundo odio racial contra ciertas clases medias venidas desde abajo? A las que no aún no se les borra lo indio de la cara, (maestros, ejército, burocracia media) A las cuales hay que desestimar, menospreciar, vituperar por no provenir desde el canon blanco-hegemónico o dicho de otra manera por no ser racionales, educados.


Y más triste aún ¿No es acaso un odio a nosotros mismo?, como ejemplo pregunto: ¿Qué propaganda está hecha con indios, negros? sin que sean tratados como folclor, como parte de las “bellezas naturales/ancestrales”.


Fuera de lo contemporáneo, habitan en postales para el recuerdo; convertidos en seres tontos y anodinos dignos de la risa a sus costillas (como Moti o como se aborda a los negros en cualquier serie televisada), dioses de los músculos y las curvas, aptos para un instante de placer; o héroes del Olimpo deportivo (pero cuando fallan un gol se regresa al negro bruto). Pero nunca seres humanos a secas, sin epítetos que los simplifiquen hasta dejarlos en mera animalidad brutalizada o sexualizada.


No se hable de los informales, de los descamisados, de los indígenas que solo aparecen en casos de extrema indigencia o en linchamientos comunales, afirmando tácita y permanentemente desde los medios: esos no somos nosotros, esos son ellos; por tanto hay que alejarse de la barbarie lo más que se pueda.


Tenemos que la criminalización, violentización de lo no blanco, lo pobre-lo indio-lo indigente-la falta de infraestructura; se vuelven sinónimos. Por tanto, los pandilleros son producto de la falta de valores en su casa, padres maltratadores y no un problema estructural. Se individualiza la culpa como diciendo todo está bien, el problema no es de inequidad socio-económica sino de promiscuidad tercermundista.


Por otra parte tenemos que esa ridiculización, esa reducción a términos esencializados, guarda estrecha relación con esa consideración estereotipada que tenemos del otro. Una salvajización naturalizada e inentendible por parte de quien lo lee (pues muchas veces no se da cuenta que lo hace) y esa necesidad de empezar a explicar a salvajes-niños chiquitos (es que no saben pobrecitos) por la vía de la infantilización y de la descalificación perpetua.


Habría otras formas de poner en evidencia el patriarcado: la intransigencia, el poder patriarca no “dialoga” si es que no depones alguna medida de hecho (una huelga), se menosprecia la capacidad de respuesta de quienes exigen algo, se posmoderniza, es decir, se les quita todo tipo de densidad histórica (las barras bravas no son propias de este país) y al mismo tiempo se sobredimensiona el tiempo de quien lo enuncia: todo tiempo pasado fue “ÉL” tiempo. No está demás decir que simultáneamente hay actos de ridiculización denigrantes y descalificadores que refuerzan todo lo que se dice en contra de quienes se lo hace.


Decir que detrás de eso hay alguien, la influencia se sobredimensiona y al hacerlo se los infantiliza (desde la derecha se dice que Correa está mal influenciado por Chávez y por ese socialismo anacrónico, Correa dice que los maestros (mediocres) y los ecologistas (infantiles de izquierda) están mal asesorados; el rector de la UCE dice que detrás están los chinos, las mamas dicen que sus hijos toman porque tienen malas amistades y así sucesivamente la psicología conductista nos dice que somos vagos por que no erradicamos nuestra parte india.


Con todo lo dicho, podemos acortar diciendo que operamos al interior de sentidos comunes aparentemente desconectados entre si, pero que funcionan como generadores de realidad de manera profundamente excluyente, permanente y, por tanto, casi siempre naturalizados. El sentido común para decirlo de manera rápida sería: Aquello con lo que vemos pero no lo vemos porque es lo que usamos para ver.


Democracia, sentido común y medios.


Se infantiliza y se ancianiza es decir se llega a una especie de medianoetarización de quien enuncia naturalizadamente, hay un rango de edades que hacen que la palabra dicha en ese espectro se valide, siempre y cuando obviamente cumplas los otros requisitos, color de piel, urbano (pero no de las periferias económicas), preparación académica, ropa utilizada, lenguaje que se emplea, etc.


La edad mediana (con una tendencia a seguir bajando el rango de edad) y la democracia van de la mano: democracia y mediocracia (en tanto gobierno del medio y en tanto mediocridad como gobierno de los sentidos comunes) son el nifu nifa de los tiempos de paz. Por otra parte los estereotipos del patriarcado y las acciones que utiliza para justificarlo son múltiples y variados pero se los reconoce por que empiezan a operar en la medida que te acercas o alejas del canon y lo que es peor: uno mismo genera lenguaje desde ahí asumiendo que de alguna manera te encuentras dentro del canon.


Bernardoabadización del pensamiento (“como debe de serr” implica pensar desde las estructuras hegemónicas), Estibenniguachosización de la palabra (lo ciudadano desde la joda menospreciante)


Con todo lo dicho tendríamos que los medios amplifican el sentido común hegemónico y excluyente, la democracia lo naturaliza y el patriarcado se perpetúa.


Ahuecando el ala.


Las prácticas mediáticas están trazadas en una línea de exclusión muy profunda donde poco son los llamados y menos aún los elegidos. ¿De qué revolución ciudadana hablamos si las acciones mismas no se desmarcan de fronteras simbólicas excluyentes, profundamente patriarcales, androcéntricas, infantilizadoras, homofóbicas y racistas?


Para terminar podría decirse que si se quiere ir en contra del poder establecido hay que tener en cuenta que no se debe ni se puede hablar, actuar, pensar con los mismos lenguajes ya que eso valida, perenniza y responde de la misma forma que los jefes de la manada quieren que lo hagas, es decir, quitando la posibilidad de que emerjan como sujetos políticos, válidos y autónomos.


Los movimientos alternativos actuales pueden/deben/tienen que intentar pensar formas y actos distintos de construir política sin borrar la memoria histórica ni olvidar como opera el poder en su materialidad e incluso valiéndose de muchas tácticas utilizadas por este, pero también pensando en que el lenguaje aprisiona y petrifica.




[1].- Este descendiendo es metafórico, pues se da en ambas direcciones (de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba) de manera compulsiva y permanente, desde y hacia muchas partes.