jueves, 11 de diciembre de 2008

JERGA Y KITSCH: ESPECULACIONES EN TORNO A LO CHOLO

I
La jerga y el kitsch aunque pertenecen a campos discursivos distintos, (lenguaje y plástica respectivamente) están íntimamente emparentados entre sí; sobre todo cuando se pretende definir lo cholo, negativa o positivamente.

II
Por un lado la jerga obedece a una desposesión del lenguaje oficial -por desconocimiento u opción- y a una reposesión del mismo ya que la inasibilidad al concepto permite bordearlo y reinventarlo permanentemente.

III
Por otro, el kitsch al pretender parecerse al modelo original -suponiendo que lo haya- lo recarga, lo satura sin llegar a ocuparlo por dentro; pero por fuera lo desborda, lo reinventa deformándolo, volviéndolo bizarro.

IV
La jerga para serlo tiene que ser volátil, escurridiza, en constante metamorfosis; huye de las formalidades, de comas y puntos. Arremete contra la real academia, la desestabiliza todo el tiempo.

V
El kitsch en cambio excede los ojos de las clases medias y altas, los infecta, los carga de maldiciones estéticas. Sus excesos de color y detalle los vuelven ininteligibles para el pundonor rancio de una mirada colonizada.

VI
Ahora bien, en distintos periodos de la historia y por diversas circunstancias ambos han sido recogidos para consolidar procesos hegemónicos que obedezcan a momentos especiales de solidificación hegemónica como el estado-nación, lo regional, etc.

VII
Hoy por hoy, ambos simulan ser detestados por las clases medias o retomados siempre y cuando se sometan a un proceso de “cool-ificación”, por representantes autorizados: programas de TV (La Kombi), ciertas marcas como Maqueño Republik, etc.

VIII
En este momento la jerga deja de serlo y pasa a formar parte de un habla estandarizada, volviéndote “parte de” algún sitio, -geográfico o simbólico- que te define; (por lo dicho en el Punto VI) aunque esto no necesariamente sea negativo, salvo por el hecho de que el habla termina enganchada en las marañas del sentido.

IX
Por su parte el kitsch pierde su condición de tal, cuando se incorpora a la estética que te valida folklóricamente desde una posición asistencial etnificante, o mejor aún, pasas a ser “fashion”; (P. VII) en ambos casos el lente regulador de la mirada aprende a fijar el teleobjetivo con que va a catalogar.

X
La jerga por inasible y el kitsch por recargado, tienen profundas connotaciones de sentido colonial desde las elites; el uno por alejarse del modelo y el otro por querer acercarse a él y no lograrlo, en ambos casos prima una lectura del Deber ser que intenta homogenizar el habla y regular el gusto.

XI
Lo cholo como simbiosis social de ambos, profundamente desgarrado por el intento de hiperdicción que pasa a ser kitsch, por sus ganas de blanquearse estéticamente, tornándose una mala palabra visual. Lo cholo se debate entre la jerga (P. II, IV) y el kitsch (P. III, V) reivindicatorios; o la dicción y sobriedad estandarizadora (P. VIII), fotografiable (P. IX). En últimas, aplanadora y momificante.


Publicado en: Revista BG magazine. Diciembre 2007.

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